miércoles, 12 de marzo de 2014


DESPEDIDA



Esperar el segundo
que la travesera transcribe,
esperar las montañas como un mar,
como olas de viento,
segundos transcritos en tu cabellera
                                                           al aire.
Se ve la cuenta de tus segundos  en tu frente.
Es o debería ser
lo más trágico; contagiando hebras de fina piel,
un aguacero: bajo esta nube estrellada,
un huracán, una caricia de estraperlo.
El tráfico de las horas muertas y sin sentido,
el hambre de los semáforos, las ganas.
Eres un duende saliendo de una hoguera,
eres un recital en toda regla, una forma de hablar.
Un rastrojo de mar,
ausencia de amor.
Escapar de uno mismo,
cualquiera sabe de qué escapamos,
como dormimos lentos y aguaceros
nos recorren durmiendo. Escapar.
Un segundo esperado minuciosamente.
Esperar paciente un resquicio,
una pequeña respuesta a los indicios más inesperados
del amor y la muerte,
mientras los hombres se descubren como animales,
Ideas descomunales calando como el agua
en las paredes viejas,
en las caras de los hombres.
Estuve esperando un hueco en la noche,
la lejanía de las palabras y el viento paralizante del corazón.
Rascando la piel hasta el hueso.
Arañando la superficie de las cosas para sentir su gravedad,
la fricción de los cuerpos contra el mundo.


Me sentí solo.

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