martes, 21 de enero de 2014

Encarecida noche por el ímpetu,
la melancolía, aspavientos que
resuenan y fingen malicia. La idea
de que esta noche fueses libre
se desvanece como un sueño. En
la caricia de este búnker te refugias.
Pertinaz es mi voz ante tal desbarajuste.
Seca y aplastante, y rellena de disciplina.
Para qué escuchar cocerse tantos garbanzos,
la fiera negra que da el caldo
se desmelena, absuelta de errores, libre
                                                                              de penas.
Arquetípica voz frustrada. Luz embriagada,
taciturna y apagada. Moribunda si no fuera
por la punta del cigarro.
Enchufes a la vida, de internet,
de sus falacias pixeladas,
cerca de diez años tardaremos en saber nadar
mientras tanto que el barco no se hunda,
achiquemos lo necesario, nada más:
la oportunidad es un don que se
presenta a los escuálidos como un refugio.
Para un rico es su desayuno.
Y la gélida templanza de su rostro
no hace sino demostrar lo equivocado
                                                          que resulta
ese razonamiento.
Severo, no; equilibrado, amado, luengo.
Saltarín, ya veremos, pero si acaso, aventurero,
capaz, abogado, viento.
Refugio, aquí me tienes.
Sangre, aquí me tienes.
Manos, uníos a mí. A mi sangre, a mi pulso,
al largo caminar juntos y descalzos,
amables, curtidas por el sol de trabajar sonrisas...

...adonde tu y yo lleguemos.


No hay comentarios:

Publicar un comentario