viernes, 17 de enero de 2014



El dolor nunca fue tan punzante,
las carnes se me abrieron cuando te fuiste,
y chorreaba de ellas un segmento negro,
una sangre negra, un recuerdo negro.
El dolor se agudizó cuando te fuiste
pero ya estaba mucho antes,
habíamos fracasado, habíamos perecido inermes
y débiles de espíritu, contradiciéndonos.
Pero aún amándonos.
Todavía te quiero, recuerdo.
Todavía sangro, aún sangro,
aún finjo sonreir cuando me desespero.
Hoy he visto en un espejo más de un sol viejo,
más de una luna que nos mojó a los dos el día entero.

La medida perfecta para ser sincero.


(Quod me alit me evertit, 2013)

No hay comentarios:

Publicar un comentario