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jueves, 26 de diciembre de 2013
lunes, 23 de diciembre de 2013
Estaba soñando que la navidad me arrastraba,
que los vientos de poniente
transportaban como plumas
mis huesos y mis aflicciones,
a otro sitio,
que la bruja del oeste
y los hijos de la estela reagan
me estaban contagiando del american way of life:
fanatismo de la lluvia en detroit,
y litros de leche podrida en las aceras,
perfume,
sudor bajo la corbata de lloyd´s.
dum dum boys.
boys don´t cry.
girls and boys.
A veces no recuerdo nada
de lo que he vivido
más que tres horas seguidas
antes de este abismo,
(me asusta y me recorre el interior)
(me asusta y me recorre el interior),
vértigo sin altura.
Estáis todos muertos con vuestros regalos caros,
con vuestra perplejidad
y oficio de árbol caduco en el otoño,
vestidos con bufandas de lana árabe,
seda turca y visón americano.
Calientes,
protegidos,
colmados,
obscenos.
que los vientos de poniente
transportaban como plumas
mis huesos y mis aflicciones,
a otro sitio,
que la bruja del oeste
y los hijos de la estela reagan
me estaban contagiando del american way of life:
fanatismo de la lluvia en detroit,
y litros de leche podrida en las aceras,
perfume,
sudor bajo la corbata de lloyd´s.
dum dum boys.
boys don´t cry.
girls and boys.
A veces no recuerdo nada
de lo que he vivido
más que tres horas seguidas
antes de este abismo,
(me asusta y me recorre el interior)
(me asusta y me recorre el interior),
vértigo sin altura.
Estáis todos muertos con vuestros regalos caros,
con vuestra perplejidad
y oficio de árbol caduco en el otoño,
vestidos con bufandas de lana árabe,
seda turca y visón americano.
Calientes,
protegidos,
colmados,
obscenos.
viernes, 20 de diciembre de 2013
merecen el trato que reciben los esclavos?
es posible que hayan cedido también su risa?
quizá el que se haga esclavo la pierda, pero ahí recordaremos como sonríe un niño esclavo, un nacido bajo el yugo, uno de esos niños yunteros que van corriendo con su balón descosido y a los que le cuelga una gran camiseta de ronaldinho.
es posible que hayamos perdido el impulso de ver las cosas ciertas?
SOMOS LOS BRAHMANES DE ESTA ENCARNACIÓN?
es posible que hayan cedido también su risa?
quizá el que se haga esclavo la pierda, pero ahí recordaremos como sonríe un niño esclavo, un nacido bajo el yugo, uno de esos niños yunteros que van corriendo con su balón descosido y a los que le cuelga una gran camiseta de ronaldinho.
es posible que hayamos perdido el impulso de ver las cosas ciertas?
SOMOS LOS BRAHMANES DE ESTA ENCARNACIÓN?
miércoles, 18 de diciembre de 2013
de algún modo estamos conectados los unos a los otros, quién sabe a donde nos llevan nuestros pasos, las sensaciones, la percepción del medio y nuestra ambición. pero de algún modo estamos conectados.
Yo no te conocía, tierra;
con los ojos inertes, la mano aleteante,
lloré todo ciego bajo tu verde sonrisa,
aunque, alentar juvenil, sintiera a veces
un tumulto sediento de postrarse,
como huracán henchido aquí en el pecho;
ignorándote, tierra mía,
ignorando tu alentar, huracán o tumulto,
idénticos en esta melancólica burbuja que yo soy
a quien tu voz de acero inspirara un menudo vivir. Bien sé ahora que tú eres
quien me dicta esta forma y este ansia;
sé al fin que el mar esbelto,
la enamorada luz, los niños sonrientes,
no son sino tú misma;
que los vivos, los muertos,
el placer y la pena,
la soledad, la amistad,
la miseria, el poderoso estúpido,
el hombre enamorado, el canalla,
son tan dignos de mí como de ellos yo lo soy;
mis brazos, tierra, son ya más anchos, ágiles,
para llevar tu afán que nada satisface. El amor no tiene esta o aquella forma,
no puede detenerse en criatura alguna;
todas son por igual viles y soñadoras.
Placer que nunca muere
beso que nunca muere,
sólo en ti misma encuentro, tierra mía.
Nimbos de juventud, cabellos rubios o sombríos,
rizosos o lánguidos como una primavera,
sobre cuerpos cobrizos, sobre radiantes cuerpos
que tanto he amado inútilmente,
no es en vosotros donde la vida está, sino en la tierra,
en la tierra que aguarda, aguarda siempre
con sus labios tendidos, con sus brazos abiertos. Dejadme, dejadme abarcar, ver unos instantes
este mundo divino que ahora es mío,
mío como lo soy yo mismo,
como lo fueron otros cuerpos que estrecharon mis brazos,
como la arena, que al besarla los labios
finge otros labios, dúctiles al deseo,
hasta que el viento lleva sus mentirosos átomos. Como la arena, tierra,
como la arena misma,
la caricia es mentira, el amor es mentira, la amistad es mentira.
Tú sola quedas con el deseo,
con este deseo que aparenta ser mío y ni siquiera es mío,
sino el deseo de todos,
malvados, inocentes,
enamorados o canallas. Tierra, tierra y deseo.
Una forma perdida.
Luis Cernuda
ASCENSION
Yo soy poeta.
Enseñad a los niños que el sol se levanta
En el tálamo de amor aparece la cabeza
Lancé a lo alto una flecha de desafío.
¡Quítate esa sonrisa!
Mi corazón busca el balazo, y la garganta
Es la pesadilla deshilvanada del demonio,
en la que crece mi angustia.
Me persigue,
me atrae con su abismo el agua del mar.
Me arrojaría también desde cualquier techo.
Las nieves me rodean.
Las nieves me cubren,
crecen, hacen espuma, caen,
de nuevo en el hielo cae una esmeralda
Tiembla mi alma.
Entre los hielos está ella aprisionada,
y no puede salir.
Así embrujado,
iré caminando por las orillas del Neva.
Doy un paso,
y nuevamente estoy en el mismo lugar.
Corro,
pero es en vano.
De pronto me encontré ante un edificio.
Se alzó detrás de las ventanas de hielo,
en un amanecer redondo.
Allá voy.
Maulló un gato.
Arde la luz nocturna,
de la farmacia de turno.
Toco el timbre.
¡Boticario!
¡Boticario!
Esperé colgado de mis propios hombros.
Crecieron,se turbaron mis pensamientos,
crecieron enredados,
como cuernos de ciervos.
Manché el piso de llanto.
Me hinqué de rodillas,
llorando mi paraíso perdido.
¡Boticario!
¡Boticario!
¡Boticario!
¡Déme de beber algo!
Cómo puedo hacer,
para beberme hasta el fin la angustia del
¡Habrá en el cielo virgen, infinito,
o en el Sahara delirante,
o en un desierto enloquecido,
habrá un asilo para celosos?
Detrás de los frascos y las probetas,
hay tantos secretos.
Tú conoces la más alta justicia.
¡Boticario!
Ayúdame para que sin dolor,
emigre mi alma al cielo.
Me extiende un frasco,
veo un cráneo.
"Veneno"
debajo dos huesos cruzados.
¿A quién se lo da?
Si yo soy inmortal,
tu huésped es extraordinario.
Los ojos ya no ven.
Estoy mudo,
cierro la puerta detrás de él,
y bien,
¿qué hacer ahora?
¡No faltaba más,
con un veneno perecer intoxicado!
Una turbia suposición
cruzó la mente del tonto boticario.
En las ventanas, los curiosos.
Se oyen voces.
Y de pronto,
asciendo a los aires,
pasando los mostradores.
El techo se abre solo, sin dificultad.
Chillidos.
¡Sobre la casa hay uno colgado!
Ya estoy sobre la casa. ¡Paso!
Veo la iglesia al atardecer,
la cruz iluminada. ¡Paso!
La cima de los árboles y el bosque.
Graznan los cuervos. ¡Paso!
¡Estudiantes!
Todo lo que aprendimos es un cuento.
Y también todo lo que enseñamos.
La Física, la Química y la Astronomía son un
Si se me antoja volar,
vuelo por las nubes.
Y voy a todas partes,
y puedo estar donde quiero,
asombrando la rutina de todas las baladas
Cantad ahora al nuevo demonio con alas,
de abrigo americano,
y brillo en sus zapatos amarillos.
MayaKOVSKY
LOS FANTASMAS DEL DESEO
A Bernabé Fernández-Canivell
con los ojos inertes, la mano aleteante,
lloré todo ciego bajo tu verde sonrisa,
aunque, alentar juvenil, sintiera a veces
un tumulto sediento de postrarse,
como huracán henchido aquí en el pecho;
ignorándote, tierra mía,
ignorando tu alentar, huracán o tumulto,
idénticos en esta melancólica burbuja que yo soy
a quien tu voz de acero inspirara un menudo vivir. Bien sé ahora que tú eres
quien me dicta esta forma y este ansia;
sé al fin que el mar esbelto,
la enamorada luz, los niños sonrientes,
no son sino tú misma;
que los vivos, los muertos,
el placer y la pena,
la soledad, la amistad,
la miseria, el poderoso estúpido,
el hombre enamorado, el canalla,
son tan dignos de mí como de ellos yo lo soy;
mis brazos, tierra, son ya más anchos, ágiles,
para llevar tu afán que nada satisface. El amor no tiene esta o aquella forma,
no puede detenerse en criatura alguna;
todas son por igual viles y soñadoras.
Placer que nunca muere
beso que nunca muere,
sólo en ti misma encuentro, tierra mía.
Nimbos de juventud, cabellos rubios o sombríos,
rizosos o lánguidos como una primavera,
sobre cuerpos cobrizos, sobre radiantes cuerpos
que tanto he amado inútilmente,
no es en vosotros donde la vida está, sino en la tierra,
en la tierra que aguarda, aguarda siempre
con sus labios tendidos, con sus brazos abiertos. Dejadme, dejadme abarcar, ver unos instantes
este mundo divino que ahora es mío,
mío como lo soy yo mismo,
como lo fueron otros cuerpos que estrecharon mis brazos,
como la arena, que al besarla los labios
finge otros labios, dúctiles al deseo,
hasta que el viento lleva sus mentirosos átomos. Como la arena, tierra,
como la arena misma,
la caricia es mentira, el amor es mentira, la amistad es mentira.
Tú sola quedas con el deseo,
con este deseo que aparenta ser mío y ni siquiera es mío,
sino el deseo de todos,
malvados, inocentes,
enamorados o canallas. Tierra, tierra y deseo.
Una forma perdida.
Luis Cernuda
ASCENSION
Yo soy poeta.
Enseñad a los niños que el sol se levanta
/detrás de los pilares del Este.
En el tálamo de amor aparece la cabeza
/querida con sus pocos pelitos.
Lancé a lo alto una flecha de desafío.
¡Quítate esa sonrisa!
Mi corazón busca el balazo, y la garganta
/delira con una navaja.
Es la pesadilla deshilvanada del demonio,
en la que crece mi angustia.
Me persigue,
me atrae con su abismo el agua del mar.
Me arrojaría también desde cualquier techo.
Las nieves me rodean.
Las nieves me cubren,
crecen, hacen espuma, caen,
de nuevo en el hielo cae una esmeralda
/escarchada.
Tiembla mi alma.
Entre los hielos está ella aprisionada,
y no puede salir.
Así embrujado,
iré caminando por las orillas del Neva.
Doy un paso,
y nuevamente estoy en el mismo lugar.
Corro,
pero es en vano.
De pronto me encontré ante un edificio.
Se alzó detrás de las ventanas de hielo,
en un amanecer redondo.
Allá voy.
Maulló un gato.
Arde la luz nocturna,
de la farmacia de turno.
Toco el timbre.
¡Boticario!
¡Boticario!
Esperé colgado de mis propios hombros.
Crecieron,se turbaron mis pensamientos,
crecieron enredados,
como cuernos de ciervos.
Manché el piso de llanto.
Me hinqué de rodillas,
llorando mi paraíso perdido.
¡Boticario!
¡Boticario!
¡Boticario!
¡Déme de beber algo!
Cómo puedo hacer,
para beberme hasta el fin la angustia del
/corazón.
¡Habrá en el cielo virgen, infinito,
o en el Sahara delirante,
o en un desierto enloquecido,
habrá un asilo para celosos?
Detrás de los frascos y las probetas,
hay tantos secretos.
Tú conoces la más alta justicia.
¡Boticario!
Ayúdame para que sin dolor,
emigre mi alma al cielo.
Me extiende un frasco,
veo un cráneo.
"Veneno"
debajo dos huesos cruzados.
¿A quién se lo da?
Si yo soy inmortal,
tu huésped es extraordinario.
Los ojos ya no ven.
Estoy mudo,
cierro la puerta detrás de él,
y bien,
¿qué hacer ahora?
¡No faltaba más,
con un veneno perecer intoxicado!
Una turbia suposición
cruzó la mente del tonto boticario.
En las ventanas, los curiosos.
Se oyen voces.
Y de pronto,
asciendo a los aires,
pasando los mostradores.
El techo se abre solo, sin dificultad.
Chillidos.
Ruido.
¡Sobre la casa hay uno colgado!
Ya estoy sobre la casa. ¡Paso!
Veo la iglesia al atardecer,
la cruz iluminada. ¡Paso!
La cima de los árboles y el bosque.
Graznan los cuervos. ¡Paso!
¡Estudiantes!
Todo lo que aprendimos es un cuento.
Y también todo lo que enseñamos.
La Física, la Química y la Astronomía son un
/cuento.
Si se me antoja volar,
vuelo por las nubes.
Y voy a todas partes,
y puedo estar donde quiero,
asombrando la rutina de todas las baladas
/poéticas.
Cantad ahora al nuevo demonio con alas,
de abrigo americano,
y brillo en sus zapatos amarillos.
MayaKOVSKY
viernes, 13 de diciembre de 2013
JUAN (extraído de Juan de las Nubes, relato corto, o largo, ya veremos)
Sucedió una noche en la que la luna no estaba llena,
ni mucho menos.
Juan llevaba varios meses deambulando por
Calama, en el Gran Norte Chileno. Buscando trabajo de lo que fuera. Pero hasta el momento no había encontrado nada y
sus míseros ahorros estaban a punto de expirar.
Sentado en un banco de la calle observaba
con atención uno de los últimos pesos que le quedaban, cuyo canto estaba
achatado, liso por una parte.
Pensaba que no le serviría para nada. Su deformidad le impediría ser utilizado para
cambiarlo por unas cuantas tortas de maíz con las que se alimentaba por las
mañanas, por las tardes, por las noches. Tampoco podía pagar en la pensión añadiéndolo a otros que guardaba en la alcoba.
Lo llevaba en el bolsillo todo el día, le
daba vueltas constantemente. Conocía su morfología al detalle.
Pensó en comprar un periódico y luego se
dio cuenta de que el quiosquero no aceptaría la moneda. En realidad no era
problema, leería el que tiraban a la
basura en los bares. Pero tampoco podía
canjearla por sellos para enviar cartas, ni por unos calcetines nuevos, que
necesitaba porque los remiendos que tenían los suyos estaban empezando a
desaparecer.
Sin embargo recordó que sus vecinos eran gente pudiente, que dispondría
de mudas que lavar y dejar listas para ser robadas en el tendedero. Incluso existía la posibilidad de conseguir
algunas cartas del buzón de la portera.
Con el vapor de la ducha se despegaban fácilmente los sellos y el registro
de la oficina de correos, delator de
cualquier tipo de manipulación, quedaba
totalmente borrado.
Juan era un fanático del correo. En otros
tiempos, cuando su vida iba mejor, solía escribir a diario. En el presente se limitaba a soñar con todo
tipo de cosas: latas de conserva, ropa, películas en blanco y negro, llamar a
alguien por teléfono, un reloj, tabaco
…. ¡tabaco! En ese instante murió el recuerdo de todas las necesidades que le
acechaban excepto ésta. Comenzó a
temblar. Sus manos se movían nerviosas,
como por el efecto de una inercia propia. Y sudaba por la frente y por la espalda. Se sentía realmente
mal.
Siempre
había confiado Juan en su suerte, propicia desde que nació, para salir del
atolladero vital en el que se encontraba ahora, y labrarse un nicho donde
descansar algún día. Pero no contaba con hacerlo sin fumar. Su adicción era
alarmante. Hasta tal punto que por la
mañana buscaba colillas por el suelo de
la pensión, por la tarde pedía a los trabajadores de la fábrica de plásticos
que terminaban su jornada, y por la noche, a cualquier a que oliera a nicotina.
Los miraba, al principio, siempre, desde una esquina: fumaban deliciosamente,
envueltos en una atrayente humareda. Luego
se acercaba como un vampiro, con una conversación vehementemente preparada , y les sacaba el pitillo con una sonrisa que a veces consideraba de
auténtico truhán y otras, las más, de lamentable caradura.
Pensó en algo azul y respiró
hondamente varias veces para tranquilizarse.
***********************************************
Sentado en aquel banco cavilaba acerca de las
escasas opciones que el peso le proporcionaría en las próximas horas. A pesar
de estar casi en la inmundicia sentía la necesidad de gastarlo. Algo podría
comprar, estaba seguro. Solo tenía que buscar bien Se levantó de repente. Notó
la fuerza de un bovino en su estómago y se dijo a sí mismo una vez más que
encontraría la manera de sobrevivir, esa noche podía gastarse el peso en algo
que mereciera la pena y el precio, ya lo encontraría.
Anduvo un rato por las avenidas de
aquella cuadra sin saber cómo había ido a parar allí. Estaba bastante alejada
de la suya, eso era seguro. La fisonomía
de las cosas que la poblaban – edificios, fuentes, parques – era, de manera
radical, diferente. Mucho más bonito, mejor conservado y puesto al servicio del
contribuyente, el espacio en el que se movía le daba envidia. Envidia de no
saber disfrutar.
En sus improvisaciones frente al
espejo se convencía de las cosas que había conseguido con esfuerzo, pero la realidad era que el pulcro cemento
que pisaba le estaba colocando en una antigua encrucijada: cómo sentirse un
ciudadano, una persona de orden,
decente, aseada, en definitiva satisfecha, viviendo en la mediocridad
económica. Aquello era imposible a pesar
de los notables esfuerzos que hacía para disimularlo. Pues seguía en sus trece,
permaneció fiel a sus principios: coherencia, lógica, sentido común. Y ellos
siempre le dijeron que la riqueza no era la solución al problema, mientras su
corazón, rencoroso, se avergonzaba de la mentira que escondía.
En ese momento se notó perdido, más que nunca. Si hubiera estado en Nuestra
Señora de las Nubes, los vecinos de aquel pueblo habrían sido amables, sin juicios de ningún tipo. En cambio lo que veía le
atormentaba, le cohibía, le angustiaba.
Pensaba, en su desquicio, que la gente lo miraría distante, como un
sirviente. Era el simple hecho de caminar por una acera de aquel laberinto
plagado de farolas. En sus adentros creció una desazón comparable a la del cabestro que tropieza en la estampida.
****************************************
2012-2012-2012-2012-2012-2012
martes, 10 de diciembre de 2013
miércoles, 4 de diciembre de 2013
hace
mucho tiempo del supermán obrero deslenguado
hace
mucho tiempo
hace
mucho daño su recuerdo
refranero
gastado
del uso
de la memoria selecta
haces
acopio cuando menos importa
y la
verdad es que ahora hace falta
para
reflotar el negocio
-una patada
a las
virtudes del siglo pasado
pues ha
nacido un bebé nuevo, diferente.
Un bebé
que necesita el aprecio de nuevos padres
aunque
tu, en realidad, conoces bien el cariño.
pero
eso no importa.
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